Desde hace años, las zonas comunes de las comunidades de propietarios han ido cobrando cada vez más fuerza. Tanto es así que, muchos edificios de obra nueva no sólo cuentan con piscina o zonas verdes si no también con gimnasios, huertos, gastrotecas, zona de coworking e incluso cine. También, en multitud de edificios antiguos, se han habilitado espacios comunitarios como piscinas, gimnasios, salas de reuniones, etc. que  permiten disfrutar al aire libre, suponiendo un valor añadido para los propietarios o inquilinos y una revalorización de la propiedad.

Centrándonos en las piscinas comunitarias, para garantizar su correcto uso y funcionamiento, se deben seguir una serie de normas recogidas en la Ley de Propiedad Horizontal y conocer todo lo que implica disponer de una.

Cabe destacar que, la normativa varía de una comunidad de propietarios a otra y, además, existe gran controversia respecto a dicha normativa pues, por un lado, no hay un acuerdo objetivo sobre qué se considera piscina comunitaria y qué no y, por otro, cada comunidad autónoma tiene su propio criterio por lo que estas normas también varían dependiendo del lugar en que nos encontremos.

No obstante, existen una serie de normas básicas relacionadas, fundamentalmente, con la seguridad, la salubridad y el mantenimiento de las instalaciones que todas las piscinas deben cumplir.