Aproximadamente, el 25% de las viviendas de nuestro país tienen más de 40 años de antigüedad. Esto implica que, al comprar una vivienda de segunda mano, en la mayoría de ocasiones, es necesario realizar obras de actualización que, en muchos casos suponen un coste de hasta el 30% del valor del inmueble adquirido.

Una duda muy común en estos casos, es saber si la hipoteca que solicitamos puede cubrir los costes de la reforma.

Actualmente, la mayoría de los bancos financian hasta el 80% del valor de tasación (o del precio de compra, si éste fuera menor). Por eso, lo primero que hay que hacer es un estudio sobre las diferentes hipotecas que se ofrecen en el mercado financiero ya que algunas entidades ofrecen una mayor financiación, llegando hasta el 90% del valor de la vivienda. Esto, unido a los ahorros iniciales con los que contamos, puede permitirnos afrontar las reformas prioritarias o incluso la totalidad de las mismas.

Otra alternativa es pedir una ampliación de la hipoteca ya concedida con el fin de mejorar la vivienda. El único problema de esta posibilidad es que la reforma no se podrá realizar al comprar el inmueble si no pasado el tiempo necesario para volver a negociar el préstamo y su cuantía.

Como última opción, siempre podremos solicitar un préstamo personal para las reformas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que será la alternativa más cara con diferencia ya que los intereses que marcan este tipo de préstamos son muy superiores a los hipotecarios.