Aunque los compradores continúan otorgando máxima importancia a cuestiones como el número de habitaciones, el encaje dentro del presupuesto o el barrio en el que se sitúa, elementos como la terraza, la piscina, zonas verdes y características como la distribución de la vivienda, su altura y orientación han pasado a considerarse relevantes a la hora de elegir inmueble.

Por el contrario, han perdido protagonismo aspectos como la conexión con el transporte público, la cercanía respecto al lugar de trabajo o estudio o la proximidad de la familia o amigos, debido, principalmente, al auge del teletrabajo, de la educación a distancia y de las plataformas de comunicación.

Además, por norma general, los más jóvenes son más flexibles a la hora de encontrar una vivienda que encaje en su presupuesto y menos exigentes con el tamaño, la distribución y las calidades del inmueble, tres factores determinantes a partir de los 35 años. Así mismo, a mayor edad, más importancia adquiere el barrio en el que se ubica la vivienda o la orientación que tiene.